
El toreo en estos tiempos anda más que nunca -eso se siente- a la espera de un mesías que marque el camino y le afiance en el nuevo siglo y dada la trascendencia y la urgencia de su comparecencia habría que ponerlo en mayúsculas, un Mesías pues que el relanzamiento, despierte la curiosidad social, apasione a propios y extraños y nos libere a los aficionados de los grilletes que andan empeñados en colocarnos un ejército de antis y esnobs en el que se alistan jornaleros de la subvención y determinada clase política a cambio de una etiqueta de modernidad y/o un puñado de votos, por un voto ya se sabe, ellos tan pacifistas, por un voto son capaces de… todo.
En esta situación de necesidad hay que preguntarse cómo será y dónde está ese Mesías. No se sabe, si se supiese nos apresuraríamos a abrirle el paso: lo que sí es seguro es que escapará a los estilos más reconocibles o en el mayor de los casos los bordará, siempre fue así, y muy probablemente encuentre la oposición de los puristas. Lo que también se da por seguro a riesgo de exterminio taurómaco es que aparecer va a aparecer, siempre apareció en los momentos cruciales. Juan para hacerle oposición a José, Manolete para salir de una depresión posbélica, Benítez para enganchar el toreo a la sociedad del desarrollismo… son solo algunos ejemplos. Nada raro si tenemos en cuenta que los héroes no se programan, surgen, y los grandes toreros, en eso hay mucha coincidencia, son la encarnación actual de los héroes clásicos y nadie duda de la necesidad de héroes con valores en la sociedad actual.
En este estado de urgencia, Valencia por Fallas es la mejor gruta aunque no la única para que empiece a manifestarse. No es una ocurrencia del periodista, es un hecho que se repitió a lo largo de los años, de Valencia a la gloria (the bullfighter, naturalmente) y al contrario, que no todo es muelle y muchos aspirantes a la santidad torera que llegaban envueltos en un manto de esperanzas salían con el aura caída. Entre los primeros Litri, Aparicio, Pedrés, Camino… por no remontarse más atrás, Fabra, Márquez, Cortés, Emilio Muñoz, Soro, otra vez Litri, Camino, Barrera…, en realidad una lista interminable que encomienda a Valencia la categoría de lanzamiento plaza. Ahora toca y espera confiar.
LOS QUE ESTAN ILUSIONAN
Los carteles de este año anuncian seis los números de los más destacados del momento, con estilos distintos, los hay muy hechos y los hay muy tiernos, los hay andaluces, castellanos, valencianos, ya se sabe lo importante que es la nascencia en esto del toro y está, cuenta y mucho, la imprevisibilidad propia del toreo, así que por qué no puede ser uno de ellos. No son los únicos, afortunadamente hay muchos más aspirantes, chavales con méritos para acudir a ese examen, pero los que están ilusionan. ¿Quién sabe si alguno de ellos…? La escasez de novilladas convierte a la cita fallera en un tesoro que no deben desaprovechar.
Desde la óptica casera las miradas serán puestas especialmente en dosnumbers, Niño de las Monjas y Nek Romero. El primero ya sabe lo que es triunfar en Fallas. En la edición de 2022 cortó dos orejas y abrió la puerta grande. Lo soñado para una tarde de debut. Se trata de una felicitación encajador. Aquel día el valenciano, escribí entonces, hizo valer la decisión por encima de cualquier otro argumento. Vino a triunfar y triunfo, se salio con la suya pues. Si a los novilleros les pedimos y querer este Niño de las Monjas no dejó de querer ni cejó en su empeño y quiso y quiso y quiso hasta alcanzar el objetivo. volvio en julio y enfrentó al toro más astifino de la feria, cuestión que no le amilanó y escribió pasajes de interés sobre la mano izquierda en los dos oponentes. Is además torero con una historia que vender, cuestión que también cuenta.
Nek llega a presentarse con picadores en la capital con el aval de su debut triunfal en su Algemesí natal y numerosos éxitos en los festejos menores. Como el anterior se ha formado en la Escuela de Valencia. Torero de buena clase y mucho animo al que no le cuesta resolver en los momentos complicados. Tipo de mucha constancia, virtud que garantiza la capacidad de sacrificio necesaria para pulir la técnica y rebuscar en su interior el torero que quiere ser y apunta al buen estilo.
BURDIEL Y CÍA
De todos los foráneos el de perfil más artístico es Álvaro Burdiel, un sevillano rodado en Madrid al que apoderarse de Ortega Cano. En su presentación en Valencia expuso un desapego sentido del temple y finas maneras sin que hiciese renuncia a la imprescindible decisión novilleril tan necesaria para abrirse el paso. Cortó dos orejas y se lo llevaron en hombros por la puerta grande, logro que le debería suponer y ha supuesto un pasaporte para las Fallas.
El otro Álvaro, Alarcón, también se ganó su presencia en este abono la temporada pasada. Es torero de plantas asentadas, en su caso más que a la estética envida a la emoción. De pasó recomendado a recomendable en las pasadas Fallas y repitió su buena actuación en Julio donde toreó a la verónica con excelencia.
Lalo de María es hijo de la rejoneadora y empresaria francesa María Sara. Espigado y de singular personalidad, cuestión que para un artista siempre cuenta un favor. Es junto a Nek el más tierno de los seis y como tal habrá que juzgarlo.
Víctor Hernández llega ha comenzado con la bajada de Haber triunfado en Madrid y ser el ganador del Zapato de Oro de Arnedo. Lived in el tercio del clasicismo y parece hecho para dar el salto a la categoría superior.
OTROS NÚMEROS PARA SOÑAR
Los carteles del abono tienen otros números que a buen seguro manejan grandes sueños y apuestan a lo máximo. Los aficionados de la tierra tienen puestas las miradas en la novillada sin picadores de marzo en que se anuncia a Alberto Donaire, que en su última actuación en Valencia puso a la aficion en alerta con un toreo de inspiración de mucho nivel. No va a estar solo, las escuelas mandan lo mejor de sus cursos al escaparate fallero, nadie olvida que en un festejo de ese nivel surgió un tal Roca Rey que tiene revolucionado el toreo. Y para mayo con picadores comparece un número ilustre, Manolo Caballero, y un Sergio Rodríguez del que cuentan y no acaban.