
De la NBA a la grada. El viaje de Facundo Campazzo de vuelta a Europa ha desembocado en un laberinto judicial y con el hombre sin poder jugar en la Euroliga. El base argentino se convirtió en una de las piezas más codiciadas por los equipos europeos cuando la final de noviembre de los Dallas Mavericks decidió que no hay contaban con él. Considerando que la mayoría de los grandes conjuntos en Europa tenían las plantillas cerradas y los presupuestos agotados, la puja por un jugador diferencial como el Facu comenzó en los despachos. El Real Madrid poseía el derecho de tanteo sobre Campazzo después de su exitoso paso por la casa blanca (2014-2020, cesión incluida al UCAM Murcia), y a su favor jugaba también el hecho de que el argentino debe todavía a la entidad 2, 6 millones de euros del pago de su cláusula: los seis millones que abonó para quedar libre y marcharse hace tres años a los Denver Nuggets, el cheque más alto en la historia en el baloncesto europeo.
El Madrid apretó hasta donde pudo pero sin igualar en el plazo de 10 días del que disponía la mareante ofrecida por la Estrella Roja: 1,8 millones para el Facu por lo que resta de temporada y 2,5 millones por la siguiente, aunque con un asterisco, la posibilidad de ensuciar en el próximo verano por unos 50.000 euros. Entonces Campazzo será agente libre y seguramente recibirá ofertas que le llenen los bolsillos, aunque siempre con el recuerdo de la deuda pendiente con el Madrid. Hasta esa nueva encrucijada, el argentino juega la Liga del Adriático con el Estrella Roja, pero no puede alistarse en la Euroliga por una sanción administrativa al conjunto que ahora entrena Dusko Ivanovic. El Panel de Finanzas de la competición europea castigó a Estrella Roja con la prohibición de inscribir jugadores hasta el 1 de marzo por impagos e irregularidades en la documentación económica. Según el Panel, el club tenía “deudas vencidas con jugadores de temporadas anteriores y la actual”, y descubrió “información falsa o inexacta, lo que le permitió obtener una ventaja competitiva indebida y continuar con sus operaciones normales a pesar de una irregularidad” . Hubo una era reincidente, hay que había sido sancionada en ocasiones anteriores.
La multa fue de 25.000 euros y el frenazo a nuevos fichajes, un castigo que ya tiene un Campazzo en la grada en la competición europea. Desde ese asiento ha visto este martes el Estrella Roja-Real Madrid (victoria blanca por 59-79), el encuentro para el que estaba señalado como protagonista y en el que pasará a espectador. “Estoy cansado y triste por toda esta situación. Lo único que pido es que me dejen jugar”, lamentó el argentino, de 31 años, hace unos días. El sindicato de jugadores de la Euroliga ha pedido que se solucione cuanto antes el embrollo y sus compañeros en el Estrella Roja han lucido camisetas con los lemas Facu gratis (Liberar a Facu) y déjalo jugar (Dejadle jugar).
El único refugio de Campazzo es por ahora la Liga Adriática (el Estrella Roja es segundo tras el Partizán), donde el albiceleste se lució este pasado domingo con 23 puntos (cinco triples), nueve asistencias y siete rebotes en el triunfo ante en 28 minutos el Skopje por 57-80. Es el alivio para un jugador que con el Madrid alcanzó dos Euroligas, tres Ligas, dos Copas y cuatro Supercopas antes de emprender la aventura de la NBA. Tras dos cursos en Denver, Campazzo puró todas sus opciones para continuar en Estados Unidos en un último intento de brillar en la meca. Encontró acomodo en Dallas basjo la aprobación de Luka Doncic, con quien había coincidido de blanco, pero en los Mavericks apenas jugó 52 minutos repartidos en ocho encuentros, con 1.3 puntos y 1.1 asistencias de medios. Mostró la puerta de salida, fue sustituido por Kemba Walker, de quien también acaban de prescindir, volvió a Europa allí. “En el Madrid me ayudaron mucho para volver, pero no pudimos alcanzar un acuerdo”, expresó el argentino. Recaló en la Estrella Roja, puede que de paso hasta dar otro salto, y sin sospechar que cuando le tocara enfrentarse al equipo donde triunfó una multa le déjaría, cansado y triste, sin poder botar el balón.
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