
MELBOURNE – Arrancar un torneo como estadounidense y terminarlo como mexicano. Ernesto Escobedo vivió una semana especial.
“Ya llevaba mucho tiempo queriendo jugar por México y por fin lo logré”, dice satisfecho Durante una entrevista con ARCILLA en el balcón en el centro de Melbourne Park. Está feliz. Muy feliz. El momento más importante de su vida en el tenis: “Eso para mí lo es todo”.
En el Abierto de Australia se enscribió en las clasificaciones aún bajo la bandera estadounidense. Sus padres son mexicanos, del estado de Zacatecas, lugar que visitó a menudo. Él nació y fue criado en Los Ángeles, donde todavía reside. Puertas adentro, la cultura mexicana siempre estuvo viva, sobre todo por la comida. “Mi mamá cocina muy rica. Tortas, chilaquiles, menudo, pozoles, lo que quieras”, dice riendo, con un acento que delata una vida entera en Estados Unidos.
In the hope of su tercer partido clasificatorio en Melbourne recibió la noticia que venía esperando: de manera oficial, la ITF lo reconoció como competidor mexicano después de algunos trámites. Cuando ganó y clasificó al cuadro principal, posó ante las cámaras con la bandera de su “nuevo” país. Perdió en primera ronda contra el japonés Taro Daniel, pero la derrota no empañó el momento de dicha del primer hombre mexicano en jugar un Grand Slam desde Bruno Echagaray in 2007.
De cola de león, a cabeza de ratón
Hay casi 30 estadounidenses mejor ubicados que Escobedo en el ránking ATP. Por eso es que pasó de ser cola de león, a cabeza de ratón. Ahora es el número uno de México. Con ese estado, sabe que muchos más ojos estarán puestos sobre él. “En el singles de hombres no hay nadie, y por eso tender una responsabilidad muy grande. Todos me van a ver, pero estoy listo para esa etapa en mi vida. Siempre quise hacer cosas grandes en México. Motivar a los niños”, comentó ilusionado.
Ernesto Escobedo, en Melbourne Park / SEBASTIÁN VARELA NAHMÍAS
Fue en el patio de la casa familiar en Jerez de García Salinas donde el tenis empezó a impregnarse en los Escobedo. El abuelo construyó una cancha de tenis, de dimensiones más pequeñas, donde jugaba su papá. “No tenían rojo, sólo un cordón, y ahí empezó todo. En la casa de mis abuelos, donde me aseguro ir ahí cada seis meses. Todavía existe, tengo fotos. Es muy auténtico. Es muy vieja, pero auténtica”.
Este mes volverá a México, y por primera vez lo hará oficialmente como el tenista mexicano que siempre quiso ser. Jugará retadores en Monterrey y Puerto Vallarta, y el ATP 500 en Acapulco, entusiasmado con el recibimiento que tendrá de la gente: “¿Si voy a llorar? Ya sea. Un poquito”.
Los Objetivos Ambiciosos de Ernesto Escobedo
Escobedo tiene objetivos ambiciosos con el tenis del país que hoy lidera. La Copa Davis es su gran ambición: “Quiero llevar a México al Grupo Mundial”. Se refiere a las finales. México se enfrentará a Taiwán en los playoffs del Grupo I (una especie de segunda división), así que tiene mucha tarea por delante. “Lo siento tan importante como tener alguna buena actuación en un Grand Slam”, confiesa.
También sueña con vencer al tenista que toda su vida lo inspiró. En la pieza de su casa de California, un cartel de Rafael Nadal adorna las paredes: “Lo quité hace como unos años. ¡Es que lo quiero ganar, wey! Lo amo, pero, no, no, no, lo quiero ganar un día, wey”.
