El 27 de octubre, Sacramento Kings estaba 0-4 después de apilar cuatro derrotas en los ocho primeros días de competición. En las dos últimas, la habían metido 255 puntos. El feo saludo a una nueva etapa con un entrenador de mentalidad defensiva al frente: Mike Brown, que vino de ganar otro anillo como asistente en los Warriors y para el que lo más suave que se manejaba will be a paternal en menuda te has metido, compañero. Solo unos días antes, a principios de mes, los Mariners se habían colado en los playoffs de la MLB y, de rebote, habían puesto en los peores titulares de la prensa a unos Kings otra vez en pleno escarnio, sin comerlo ni beberlo: los Los Marineros se retiraron de las eliminatorias de 2001. Cuando se sacudieron su particular maldición azuzaron la de los Kings, que en la primavera anterior habían cumplido 16 años consecutivos de ausencia. El record ya era un doblete: más que nadie en toda la historia de la NBA y más que nadie en rachas activas en las grandes Ligas profesionales estadounidenses.
Desde ese 0-4 las perspectivas parecían funestas. Podía parecer pronto para apuntar a la yugular, y de hecho lo era. Perúcomo de precipitaciones eran en realidad los vaticinios? En toda la historia de la NBA solo dos equipos han jugado playoffs después de empezar 0-4, algo que parece extraño en una competición de 82 partidos (ahora) pero que se clara de forma sencilla: casi ninguno buen equipo empieza 0-4, una muestra pequeña pero suficiente, al parecer, para descartar el accidente. adams, la memoria colectiva está entrenada para pensar que lo que va mal en los Kings es la antesala de algo peor, número de repuntes o despegues. En una Liga con (ahora) treinta equipos, 16 juegan playoffs. Más de la mitad. Es casi una anomalía estadística, un hecho de una gigantesca dificultad, estar dieciséis años sin clasificarse.
La alargadísima sombra de Rick Adelman
The suma of proyectos fallidos (directivos, entrenadores…) se fue apilando sobre la alargadísima sombra del inolvidable Rick Aldelman. Cuando se anunció su adiós al banquillo el 19 de mayo de 2006, los Kings acababan de caer en primera ronda por segunda temporada consecutiva. Las cenizas del equipo que pudo reinar, el de la legendaria final del Oeste de 2002 contra los Lakers, una de las betters (y más polémicas) eliminatorias de siempre. Había sido, aquel de 2006, el octavo paso seguido por los playoffs del equipo, todos con Adelman a los mandos. Desde entonces, la nada hasta ahora. Los Kings ni siquiera han tenido una temporada de registro positivo en estos últimos dieciséis cursosy ni siquiera las habia valido, en los ultimos años, la aparicion del entrada que reengancha a novenos y décimos en una lucha por dos plazas en las eliminatorias que se deciden en partidos a todo o nada – Una fórmula contraria al premio, mucho más agotador si se queere, de la regularidad y la constancia.
Case a mes y medio después de aquel 0-4 penoso pero en este caso para nada definitorio, los Kings están 13-9, swe quintos del Oeste a dos partidos de la cabeza de una conferencia sin cabeza, en la que hay vía libre para valientes mientras los Warriors no ponen sus cosas en orden. Uno de esos equipos -valientes y en su caso llamativos- es Sacramento Kings. Que enlazaron siete victorias por primera vez desde 2004 y que respondieron después a tres derrotas, esto parece todavía más significativo, con otros tres triunfos. Aqui no ha pasado nada. Eso hacen los buenos equipos.
El Golden 1 Center se ha convertido en uno de los escenarios mod de la NBA. Ya no es un lugar para resistentes y masoquistas, la ubicación (área 916) de un equipo imposible, incapaz. La herida que nunca se cerraba de una afición gall, sufrida, llena de scars, acostumbrada a las derrotas y preparada para (ya lo hizo) parapetarse ante cualquier rumor de traslado. Los Reyes no se tocanaunque no haya quien los aguante. Esa afición, entendida y emocional, alejada de los clichés con los que la prensa nacional estadounidense riega a su equipo (no sin razón cierta, todo sea dicho), se frota los ojos y crea un ecosistema de selva y batalla, disfruto. Los Kings se han reconectado con Sacramento, están ganando partidos y forjando una cultura de ambición e inconformismo. Ganar engancha, es un hábito y un camino. Del mismo modo que nada crece cuando se descuida la tierra, las raíces son profundas y fuertes cuando esta se trabaja. Tal vez, y puede que sea otro juicio precipitado pero es uno que apetece hacer, estamos asistiendo al inicio de algo en Sacramento Kings. Vamos.
De Monte McNair a Mike Brown: una nueva cultura
La estructura parece robusta y no una casa de locos, por fin. Monte McNair llegó en 2020 como general manager, después de trece años en Houston Rockets (la cuerda de Daryl Morey) y básicamente ha ido rehaciendo pieza a pieza, conaciertos y errores (no puede ser de otra forma) a lista que ahora es básicamente suyo, con las excepciones entre los principales de De’Aaron Fox y Harrison Barnes. McNair, en el filo por soltar a Tyrese Haliburton para hacerse con Domantas Sabonis (¿puede acabar siendo un ganar/ganar?), ha ido aplicando, no sin riesgos, una visión. La sua. Contra venuo y marea y en un ambiente en el que cualquier mala nota era una invitación al fatalismo. Por eso tiene especial merito survivir, y crecer, tras la salida de Haliburton, que se fue con lágrimas en los ojos (cosa que les pasaría a pocos en los Kings de los últimos años) y está rompiendo en súper estrella en Indiana. pero el plan es el plany este pasaba por ponerse en manos de un entrenador de metodología. Con disciplina, sistema, empatía y carisma. Mike Brown, un gran tipo y un excelente asistente, buscó otra oportunidad como entrenador. Los Kings eran una ruleta rusa a la que él se enfrentó con una sonrisa. Y muchas ideas. Otros valiosos.
Brown lo está cambiando todo. Las relaciones, los niveles de confianza y unidad, las vías de comunicación. McNair quisiera su hombre, y la cosa ha hecho hacer clic. Es el segundo equipo que más anota (119.6 puntos por noche), al ritmo (120.6) de unos Celtics en registros ofensivos históricos. es mejor el cuarto clasificación de ataque (Celtics, Suns y los sorprendentes Jazz por delante), el inicio de la resurrección. Y es, poco a poco, una defensa cada vez más confiable: funcional, lo mínimo que hace falta para acompañar a ese chorro de puntos. Los Kings (sexting en triple anotados) tienen el decimoctavo clasificación defensivo y se acercaron a la media de la Liga Durante sus mejores momentos, de esa racha de siete victorias en adelante.
Este progreso defensivo es la lava de la legitimidad. Bueno, sostenibilidad. Los Reyes está implementando un sistema que supera las carencias de Domantas Sabonis como intimidador. Un asunto clave para que el lithuano pueda ejercer de pivote, algo que su vez es fundamental en el ataque por su capacidad como facilitador, en jugadas con todos abiertos o con él al poste rodeado de una buena gestión de espacios. en la defensa de recoger y rodarSabonis no se hunde por completo en el soltar ni se lanza demasiado llegado al lado gerente. se convierte en zona templada que el permite sacar partido supiera movilidad.
Con buenas ayudas desde el lado débil y rotaciones precisas, los Kings evitan que los rivales lleguen fácil al aro, donde están más desguarnecidos. Están consiguiendo que les lancen más de media y larga distancia in jugadas que ellos conducen al recoger y pop. Y si los meten, pues el trabajo. la defensa exterior, el punto de ataque sobre la bola, sube revolutions con Davion Mitchell (un excavadora que fue el número 9 del draft en 2021). KZ Okpala surge como especialista y Chimezie Metu es un recurso/parche de más verticalidad y fuerza que Sabonis en el intento de proteger el aro. En todos los casos, un asunto que aceptaría un especialista en rotación. mientras, los Kings colapsan la zona para evitar penetraciones fáciles y está adquiriendo la disciplina y el esfuerzo (para alargar el trabajo en segundas opciones y jugadas turnos) que no han tenido durante demasiados años.
Pero es el ataque lo que da identidad e ilusión a estos nuevos Kings. La personalidad de Mike Brown y sus trazas de Estilo Princeton. Los pases a la mano de Domantas Sabonis en la jugada de recoger y rodar, el movimiento de los tiradores, la percusión de un De’Aaron Fox que da la zancada¿final? Hacia el All Star, el encaje magnético de Kevin Huerter, los tiros de Harrison Barnes, el descorche creador de Malik Monk desde el banquillo, la paciencia con el brillante novato Keegan Murray, que anda entre idas y venidas de un tiro que se asentará. .. Los Reyes generan espacios, los ven y explotan; y aprovechan y suman automatismos para anotar desde ahí, más allá de los tiros liberados. La dimensión definitiva de un ataque brillante. Muy rápido (es el equipo que más tira con 18 o más segundos de posesión por delante: 19,2% de los ataques). Y colectivo: cuarto equipo con menos segundos por contacto con la bola.
nadie eso es todo los ataques, nadie abusó de la bola, ni siquiera Fox (23 puntos y casi 6 asistencias por partido). Los Kings manejaron una rotación firme que toca hasta nueve o diez jugadores cuando es necesario, con especialistas y talento. En un Oeste ahora mismo con el cartel de vende, las vías a los playoffs se abren de par a par. Y los Kings son uno de los que, por sensaciones, tienen todas las trazas para estar ahí. Para acabar con una maldición odiosa pero, o más bien de ahí, para construir algo más importante que todo eso. Paso a paso.