paco aguado (Madrid, 1964) es, sin lugar a dudas, uno de los periodistas taurinos más brillante del panorama actual, dejando su siempre certera firma en números y variados medios de comunicación generalista y especializada. Igual de sobresaliente es su bibliografía, que abrió con su monumental libro Joselito el Gallo, rey de los toreros (El Paseo, 5ª ed.), que se ha convertido en un hito de la literatura taurina e historica.
Su última obra lleva por título Historias del toreo que nunca te contaron (El Paseo, 2ª ed.), publicado el pasado mes de octubre. Se trata de un reencuentro de episodios que cuentan la historia de la tauromaquia del siglo XX de otra forma a la acostumbrada. Como resume la editorial propia, dirigida por David González Romero“hay hechos conocidos, otros no tanto, y muchísimos datos y enfoques inéditos que pertenecen a testimonios privilegiados y poco frecuentados de cada época”.
Uno de ellos es por qué el torero algecireño Miguel Mateo Miguelín encarno el mayonesa revolucionaria del 68 del mundo taurino.
Arde París… y Las Ventas
“En apenas un mes y medio”, escribe Paco Aguado, “entre el 18 de mayo y el 3 de julio de 1968, Miguelín, torero sobrado, independiente e inconformista, protagonizó dos de los más resonantes hitos de la historia de Las Ventas. Y a su manera, frente a la dictadura cordobesa y los torticeros manejos de las grandes empresas, se trasladaron al toreo con esos dos gestos el espíritu de los movimientos sociales que por esos días hacian arder las calles de paris y, como reflejo, también las de medio mundo. Solo que en España el franquismo seguía en plena vigencia”.
“Miguelín, torero sobrado, independiente e inconformista, protagonizó dos de los más resonantes hitos de la historia de Las Ventas”
Avanza Aguado que el 19 de mayo, Miguelín compartió las dependencias de la Dirección General de Seguridad en la Puerta del Sol, “aunque no los calabozos”, con algunos de los más de cien estudiantes detenidos y apaleados por la policía durante la manifestación que vio la demora anterior en la calle de la Princesa.
Casi a la misma hora en que el diestro de Algeciras se arrojaba como espontáneo a un toro del Cordobés, en la zona opuesta de Madrid, dentro del abarrotado vestíbulo de la Facultad de Políticas de la Complutense, un entonces casi desconocido cantautor valenciano, un Tal Raimonentonado en catalán las notas de al vientola canción que acabaría convirtiéndose en el protesta social himno al sur de los Pirineos”, detalla el escritor madrileño.
Aquel elegante espontaneo
La obra de Aguado cita el testimonio de Luis Núñez, íntima amiga de Miguelín. Al torero de Algeciras no le gustó la idea de haberle cedido tres toros al Cordobés de una corrida que él mismo había ido a reseñar a la campiña jerezana para el San Isidro de 1968. El as intrigas en los despachos del Benítez y su gente pasaban ya del castaño oscuro. “Aquello fue que Miguelín se quedó rumiando el asunto toda la tarde, incluso dentro del callejón de Las Ventas, donde comprobó el buen juego que iban dando los toros de Soledad Escribano que él tenía que haber matado”. Iniciada la faena al sexto, narró Aguado que Miguelín, sin poder soportarlo más, abandonó Las Ventas antes de concluir el festejo.
“Aquello fue que Miguelín se quedó rumiando el asunto toda la tarde, incluso dentro del callejón de Las Ventas”
“Arrepentidamente, se frenó en seco, se dio media vuelta y se volvió un metro en la plaza, decidió a demostrar que no estaba dispuesto a que abusaran de él”, contó en su día Luis Núñez. Continúa Paco Aguado: “Deshecho el camino, pasó de nuevo al callejón y, cuando Benítez iba a por la espada de acero para dar muerte a ese sexto toro, saltó al ruedo para las mesas del tendido 2 […] A la gente le sorprendió ver en la arena a aquel elegante espontáneo con sus shiny boots, desabrochada la quoita del traje sastre azul marino sobre una camisa amarillo pálido, a juego con el pañuelo del bolsillo y con esa corbata de rayos que iba ondeando mientras llegaba al trote hasta los medios, donde su rival había dejado al murube “.
A cuál acto de rebeldia se saldó con Miguelín trasladado por la policia nacional en las dependencias interiores de Las Ventas. Después, los “grises”, según relató el libro, lo condujo a la casa de socorro del distrito para someterle a una causa de intoxicación química que dio negativo. Y, a última hora de la tarde, el ingresaron en la Dirección General de Seguridad de la Puerta del Sol.
“A la gente le sorprendió ver en la arena a aquel elegante espontáneo con sus botas brillantes”
Sin embargo, el algecireño “tuvo el privilegio de pasar la noche en una cama instalada en un despacho oficial”. Y hasta un número de policía se encargó se ir a comprarle un paquete de tabaco rubio, cuenta el libro. A la mañana siguiente, Miguelín se levantó de aquel lecho improvisado, se sumergió en una infusión de manzanilla y dispensó un leer los periodicos. Casi todos llevaban en portada el sonado incidental del dia anterior. Y los críticos independientes aprovechaban, como era de esperar, para cargar contra El Cordobés, que, según la primera página del ABC, habia quedado desenmascarado“.
Eso sí: Miguel Mateo tuvo que pagar una múltiplo de 40.000 pesetas por alteración del orden público.
Un cartón grande número 1
El segundo hito en la trayectoria de Miguelín que Paco Aguado es la tarde del 3 de julio de aquel mismo año de 1968. . Mientras su mozo de espadas le ayudaba a enfundarse el vestido de torear, “Miguel se dejaba hacer en silencio, preocupó por el resfriado que venía arrastrando en los últimos días y rumiando la responsabilidad de saberse ante la tarde mas decisiva de su carrera, para bien o para mal. Después de todo lo sucedido, ese día no le quedará otra que salir de Las Ventas, y no por su propio pastelpor una de las dos clásicas puertas del albur del toreo: por la grande o por la de la enfermería”.
Fue por la Grande. “En apenas siete minutos, los pitos se habían tornado en una fuerte petición de dos orejas que el presidente concedió sin dudar. Y Miguelín las paseó en una slowe vuelta al ruedo en la que el conde de Villapadierna, reconocido aficionado de la época, le arrojó un caja grande numero 1 en el que iba rotulado su nom”, resume Aguado.
El momento de la verdad
“Ya sea El Cordobés habia sido aprovechado por el franquismo tambien en las pantallas con aprendiendo a morir allá Chantaje tiene un toreroen 1965 Miguel Mateo hizo un notable y muy creíble trabajo como actor en El momento de la verdadotra especie más de documentales realistas con eso Rossi se quiso acercar a la España de la época más allá de la situación política”, ilustra Paco Aguado, que también realiza en sus páginas un ameno repaso por la reciente historia del país.
Algunas escenas de aquella película se rodaron en la algecireña Playa de El Rinconcillo.
“Claro que, más allá de la pudo dar una película de escaso éxito en España, el torero gaditano llevaba unos años malgastando, o no rentabilizando como debía, sus muchos triunfos en los ruedos”. “Así que, sin llegar a concretarse como alternativa sólida de poder, su auténtico rival de Córdoba, sentado en la sala de mandos, se cuidaba muy mucho de dar cuerda y opciones a esta versión taurina de Erik el Rojoel líder de las protestas parisinas”.